lunes, 2 de julio de 2012

Cuando el Diablo viste de Prada

Compatibilidad de caracteres entre jefe y subordinado


En la gran mayoría de las comedias románticas de Hollywood, la protagonista femenina es vendedora inmobiliaria, o trabaja en una prestigiosa revista de moda, rodeada de arpías que tratan de pisarle sus diseños, y con una jefa maquiavélica que lo que pisa son cabezas para no ser derrocada de su emporio.

Puede ser un ejercicio muy creativo tratar de evaluar el verdadero temperamento de estos personajes clásicos, a través de cuál podría ser su modelo de escritura, y utilizarlo como muestra para estudiar la compatibilidad de caracteres entre jefe y subordinado. Esta es una faceta de la psicología y la grafología de empresa que la mayoría de la veces damos por supuesta pero que, sin duda, es crucial para cuidar la armonía del entorno de trabajo, lo primero, y lo segundo, porque el tiempo que se ahorra en discusiones y tirones de moño a diario, se puede invertir en trabajo y en la orientación de éste hacia ese logro perseguido, que es, en definitiva, para lo que vamos todos los días a la empresa.

Si algo caracteriza a Andy Sachs (Anne Hathaway), en la película “El Diablo viste de Prada” es el afán de superación, el sentido de la responsabilidad y la perseverancia. Y si algo caracteriza a Miranda Priestly (Maryl Streep), la odiosa jefa de la Revista Runway, es la frustración emocional que trata de compensar con el modelo de liderazgo conocido como “imitativo”, en el que, además de autoridad y vara de mando, hay un nivel de exigencia de altos vuelos.

 “El día que tu vida personal esté destruida, es tiempo de un ascenso”

(Frase de la jefa, en la película “El Diablo viste de Prada”)

El carácter de Miranda está velado por componentes de orgullo, seguridad en sí misma, perfeccionismo extremo y autoridad, subidos al pedestal del ámbito exclusivamente profesional, y que no hace sino compensar un sentimiento de inferioridad ubicado en el ámbito más íntimo y personal. Su escritura podría ser, a grandes rasgos, angulosa, sobrealzada y con grandes mayúsculas, con predominio de presión vertical y pies de letra pronunciados, así como barras de la “t” altas y bien marcadas, incluso con ángulos a la derecha.

Tal modelo podría ser compatible con el carácter de Andy, la nueva asistente, que combina adaptación, subordinación, y sentido de la responsabilidad, con buenas dosis de equilibrio emocional, iniciativa, inteligencia y afán de superación, que podrían reflejarse en una escritura dinámica, combinada de ángulo y curva, personalizada, agrupada y ligeramente inclinada a la derecha.

El carácter de Miranda no encajaría, en cambio, con el de una asistente con escritura blanda, invertida hacia la izquierda, rebajada, con predominio de curva y ausencia de vibración y dinamismo, es decir, exclusivamente sumisa, frágil, temerosa de los cambios y de las responsabilidades, e inestable emocionalmente, porque el resultado sería que la chica no duraría ni dos días, y saldría corriendo y llorando del puesto de trabajo, chamuscada por las bocanadas de fuego de su terrorífica jefa.

Tampoco habría sido compatible Miranda, por supuesto, con una “Miranda 2”, o con subordinados de su mismo estilo de carácter temperamental y autoritario, rebeldes, con actitud desafiante o provocadores, ya que el conflicto o, mejor dicho, la guerra estaría asegurada.

Dejando el temperamento aparte, en cuanto al estilo de trabajo, se permite al jefe mantener una visión global de las funciones en general, y del proyecto en particular; en cambio, el subordinado ha de ir más al detalle, ser más analítico y preciso. Lo mismo se aplicaría en cuanto al orden; ante el caos típico de algunos jefes se podría hacer la vista gorda, no así ante el subordinado caótico y desorganizado.

A nivel mental, es razonable que sea el jefe el que tome las decisiones, proponga las ideas que constituyan el pistoletazo de salida hacia el proyecto, y ponga su razonamiento en marcha para medir los pros y contras de la tarea a emprender. Al subordinado, se le permite tener alguna dosis de indecisión y de duda, puede aportar ideas que complementen a las del jefe, y puede ser más intuitivo y menos lógico en cuanto a su trabajo. Eso sí, el jefe no puede lanzar la idea al aire y abandonar el proyecto a la buena suerte de su equipo, sino que ha de actuar, no sólo controlando sino también tirando igualmente del carro, al mismo ritmo de rendimiento y constancia que sus subordinados.

Pero realmente puede avecinarse una terrible tormenta cuando el “Diablo” no se viste de Prada, sino en tiendas outlet. No hay nada peor que un jefe inseguro, emocionalmente débil, sin capacidad de iniciativa ni capacidad para gestionar un equipo por pequeño que éste. La escritura de un ejemplo extremo de “jefe outlet” podría ser de tamaño pequeño, redondona con presión blanda, estática, invertida, con barras de la “t” bajas. A un jefe así, al que le falta liderazgo, decisión, implicación, confianza en sí mismo y capacidad de iniciativa, lo más probable es que se le fundan los plomos poco después de acometido el proyecto en cuestión o, lo que es peor, que sea devorado por su propio equipo en cuestión de días. Si además, por un casual, algún miembro de su equipo se viste de Prada, entonces ese jefe ya sí que está totalmente perdido y con él el proyecto de empresa.

¡Cuántos conocemos a jefes así!, de esos que salen huyendo los primeros, cuando su departamento o empresa está hundiéndose por la proa, mientras los empleados se van tirando por la borda en plancha, y el subordinado en cuestión que viste de Prada, se queda hasta el final, en la popa, tocando sólo como la orquesta del Titanic.

Sandra Mª Cerro

Grafóloga y Perito calígrafo
www.sandracerro.com

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