PINCELADAS DE SUEÑOS ROTOS
SEMBLANZA GRAFOLÓGICA DE LOS DIBUJOS DE LOS NIÑOS DEL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE TEREZIN
VIERNES, 23, A LAS 19 H
Centro de Grafología Sandra Cerro
Palacio de los Recreos
C/ Alcalá, 20, 6º-60 Madrid
“Nos arrancaron injustamente de la tierra vivificante del trabajo, la alegría y la cultura, de la tierra de la que debía alimentarse nuestra juventud. Persiguen con ello un solo objetivo: no quieren destruirnos física sino espiritual y moralmente. ¿Lo conseguirán? ¡Nunca!
Privados de las anteriores fuentes culturales, creamos fuentes nuevas. ¡Separados de las fuentes de nuestras alegrías de antaño, creamos una vida nueva, exultante de alegría!”
(Fragmento de un artículo que Petr Ginz escribió en Terezín con 14 años)
Entrada libre y gratuita. Aforo limitado
Se ruega confirmación de asistencia
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LOS NIÑOS DE TEREZIN
“Estas 30.000 almas que duermen allá
despertarán entre los árboles,
abrirán sus ojos,
y como verán muchas cosas,
se dormirán de nuevo...”
Hanus
Hachenburg
Terezín era una ciudad disfrazada de normalidad.
Estaba situada a 65 km al norte de Praga y a ella llegaban
trenes cargados de miradas inquietas, sonrisas cohibidas y corazones asustados
que, entre otras muchas cosas, tenían en común una estrella de David con la
palabra “judío” grabada en sus ropas.
Aquel lugar estaba considerado por los nazis como una
“ciudad modelo”, y como tal servía a los fines propagandísticos de Hitler para
simbolizar la “normalización” de los judíos de cara al mundo y, sobre todo, de
cara a las Organizaciones internacionales. Algunos supervivientes pudieron contar
que a los habitantes de aquel “balneario” idílico les obligaban a recortar la
madera de las literas donde dormían para no dar la impresión de hacinamiento, y
así poder engañar a las rutinarias inspecciones de Cruz Roja.
La dantesca mascarada nazi no ocultaba otra cosa que
un gueto donde poder retener a los judíos y mantenerlos aislados de los arios
–como no podía ser de otra forma-, mientras se pensaba tranquilamente el modo
de deshacerse de ellos; era, en definitiva, un lugar de tránsito hacia los
campos de exterminio, donde vivieron más de 15000 niños, y del que
sobrevivieron solamente 100.
Pero, a pesar de tod, por entre las filas de soldados, los gritos de los
guardianes, las oraciones de los adultos, las moscas, las patatas negras, el
hastío del encierro, la enfermedad, los fantasmas, la nostalgia del hogar
perdido, el dolor y la incertidumbre... por entre toda aquella maraña
entretejida con miradas tristes, podían, sin embargo, vislumbrarse colinas
verdes, pelotas de colores, payasos, casitas con entrañables chimeneas encendidas,
jarrones con flores, montañas rodeadas de ríos y lagos, árboles y niños jugando
al corro.
Un atisbo de momentos de felicidad, de risas
espontáneas, de sonrisas de colores, de pícara y traviesa inocencia, queda
ahora para la Memoria de los tiempos en los dibujos y poemas que realizaron los
niños que vivieron en Terezín ajenos a su destino...
(Extracto del artículo "Pinceladas de sueños rotos. Semblanza grafológica de lo dibujos y escritos de los niños de Terezin". Sandra Cerro. www.sandracerro.com)
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